Asociación Muchachos de la Calle

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29 de agosto de 2018

Inocencia tras las rejas ' AnaRodriguez Brazón

Ana Rodríguez Brazón.- El “qué quiere ser cuando se grande” de Fravier Bello, un adolescente de 16 años, cambio hace cuatro meses por unos barrotes tras ser acusado por terrorismo y porte de municiones, delitos que seguramente ni él mismo sabe lo que significan, pero de los que el Gobierno de Nicolás Maduro lo acusa. Fravier desde hace unos dos años vivía en la calle. Sus familiares abandonaron el país y él quedó solo. “Hace un año lo ayudamos. Tenía sarna, le dimos un lugar para dormir, comida, trabajo. Hacía sus labores con nosotros. Luego volvió a la calle y nuevamente lo recuperamos”, relata con tristeza Alexander Marquina, presidente de la fundación “Quédate con Nosotros, Señor”, la cual se ha encargado del niño. Marquina no descansa. No solo porque tiene que estar pendiente de la fundación y de los servicios que presta a jóvenes de la calle, sino que pasa largas horas en el Palacio de Justicia, a las afueras del penal de Cochecito o de reunión en reunión buscando la manera de demostrar la inocencia de su apadrinado. Desde aquel 18 de abril de 2018, la vida de Marquina cambió. Ese día perdió comunicación con Fravier y días después se enteró que el joven se encontraba en El Helicoide, señalado de estar inmerso en hechos de conspiración, los cuales “develó” el ministro de Interior, Justicia y Paz, Néstor Reverol; al dar detalles de la Operación Gedeón II, ocurrida en un allanamiento a la casa de Manuel Da Costa, activista del Movimiento Nacionalista Vasco Da Costa. Bajo una llovizna a las afueras del Palacio de Justicia, en el centro de Caracas, Marquina relata que el niño “estaba cuidando una casa en Baruta. Le hacía mantenimiento al lugar”. Desde la fundación le concedieron el permiso a Fravier para tomar este trabajo al este de la ciudad, que realizaría a la par de sus quehaceres en la institución, como aprender a tocar percusión, cantar las misas y llevar comida a los más necesitados. Pero nunca se imaginaron que se encontraría en el sitio equivocado. Marchaba por comida La vida de este joven no ha sido fácil, ahora menos, cuando a su corta edad ya conoce dos cárceles, no ha podido recibir visitas y pareciera que se esfuman las esperanzas de ver la libertad, pues debido a que Marquina no es un pariente, ni siquiera ha podido ver el expediente del caso. El hambre también ha sido parte de las dificultades de Fravier. Durante las manifestaciones de 2017 el niño asistía en busca de alimento, pues siempre había alguien dispuesto a darle algo para mitigar el ruido de su estómago. “Él nos confesó que iba a las marchas por comida, no porque le pagaran sino que la gente le daba comida”. Durante las manifestaciones, Fravier conoció a Da Costa, a quien sería su empleador y por quien erróneamente iría a la cárcel. Luego de esta operación realizada por el Gobierno, cuando estaba en El Helicoide, Marquina pudo ver un día al niño, en esa oportunidad tenía un golpe en la cabeza posiblemente hecho por otros presos. “El niño estaba deprimido. Nos preocupa su estabilidad emocional”. Desde que está en Cochecito también se les ha dificultado llevar la comida al menor. “Nos han amenazado en no llevar nada. Como la fundación trabaja en colaboración con el Ministerio Servicios Penitenciarios hemos podido llevarle algunas cosas a la cárcel. El joven hasta ahora no ha tenido audiencias”, explica el vocero. Sin una familia que vele por él, el proceso de defensa está en manos de organizaciones como el Foro Penal. “Hago un llamado para que se pongan la mano en el corazón, es un niño que quiere soñar, estar libre, vivir en un país diferente”, repite Marquina, quien ya logró una autorización del Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, para ver y responsabilizarse de Fravier, pero aún así no ha podido contactar al menor. Periodismo al servicio de la gente y por la democracia. Nuestro propósito es aportar información oportuna, precisa y responsable, en momentos sombríos para la prensa venezolana. Fuente http://www.latribunadetodos.com/inocencia-tras-las-rejas-fravier-bello-el-nino-que-tiene-preso-maduro/">

14 de febrero de 2018

Sin niños no hay Patria Luisa Pernalete

Descripción: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir-ZstuzjOkF6emRANlQooU_c6Sa7OqoLGVZ1vcoSfHOG8jJoN1bxOSG09maMWE1bPrS_M7QGa8tw8UwVAWThyphenhyphen7J22iZYcme6XYeTpDKlYCIXWv-7AzHsgBJzUhssVFeJavVWDU7qXyeY/s200/mi+lok.jpg Valentina quiere trabajar para ayudar a su mamá a comprar comida. Ese deseo hasta bonito es, habla de la sensibilidad de una hija que ve los agobios de la madre, viuda, con mil cosas que atender. Ese hecho no sería noticia si no fuera porque Valentina tiene 6 años, estudia primer grado y debería estar ocupada en jugar a “las vecinitas” y en aprender a leer y escribir. “Tú dices que a los niños no le dan trabajo, pero yo conozco un compañerito que recoge latas y le pagan”. Este relato de Valentina me hizo llorar. ¿Hay alguien que pueda decir que los niños están siendo protegidos en este país? ¿Viven su vida de niños? Hay muchos que ni llegan a la escuela. Datos terribles circulan por todos lados. Solo voy a mencionar algunos. “Mueren 12 niños por desnutrición en el hospital de Maturín”, (Efecto Cocuyo, 1/02/18). La información la dio la jefa de emergencia pediátrica de ese hospital. Estamos hablando de casos del 2018. Y lean este otro: “Mueren 7 niños waraos de comunidades indígenas del Municipio Antonio Días”. La información la leemos del Observatorio de derechos Indígenas Kapé-Kapé . Y completa este dato triste, que los padres de los niños que presentaban cuadros de diarrea, vómito y desnutrición severa, acudieron a dispensarios del Delta pero en esos centros de salud no había remedios. Esas muertes se produjeron entre el 26 y el 27 de enero. Mientras, la Ministra de Asuntos Indígenas lo que reporta es que líderes indígenas participarán en Caracas en una plenaria en una actividad en el marco del Congreso del Plan de la Patria. ¿Patria sin niños? Completemos este cuadro trágico recordando que Cáritas ha estado informando sobre el incremento de la desnutrición de los niños en el país “En el 2017 atendimos el doble de niños que en el 2016”, dijo Susana Rafalli a los Obispos cuando habló ante la CEV a principios de enero. Según Cáritas, datos arrojados por el Monitoreo de la Situación Nutricional en niños menores de 5 años, 68% de los evaluados presentó algún grado de desnutrición; y lean este otro: de 5 a 6 niños mueren cada semana a causa de la desnutrición. Sigan a la ONG Prepara Familia, la cual permanentemente informa sobre la situación de los niños y niñas del Hospital de J. M de Los Ríos. Niños con cáncer sin tratamientos, niños que mueren en edades para jugar. Imposible no mencionar la drástica caída de la asistencia escolar en escuelas de Fe y Alegría – y suponemos que en el resto también – en lo que va del 2018. Causas: falta de alimento, falta de transporte y/o de efectivo para pagar el escaso transporte que todavía queda funcionando. Hay que añadir ahora las renuncias de maestros, aun gustándole lo que hacen. “No puedo comer con lo que gano”, me dijo hace unos días una profesora. Podemos trabajar sin pizarras, sin ventiladores, pero sin maestros no. Y sin educación, ¿Qué presente y qué futuro pueden tener los niños? ¿Qué Patria es esta? Sin niños sanos, sin niños vivos, no hay Patria posible. Hay que insistir que según nuestra legislación vigente, los derechos de NNA son Prioridad Absoluta, y no se cansa uno de repetir que eso es obligación en primer lugar del Estado que es la institución que maneja recursos públicos, diseña y ejecuta Políticas Públicas. Puede parecer una tontería y hasta una necedad repetirlo, pero se supone que no estamos en la selva, en donde impera la Ley del Más Fuerte, sino en una sociedad con instituciones que conocen sus deberes. Y aún si no tuviéramos leyes que obligan al Estado, está la sensibilidad de los seres humanos. Un solo caso de muerte por desnutrición debería movilizar recursos, llámelo como quiera: canal humanitario, emergencia, no soy especialista, pero tengo ojos, veo niños desmayándose en el metro de Caracas; sabemos da casos concretos de los que no están yendo a la escuela; escucho historias de todo el país, como la de Valentina; un solo relato basta para que uno se conmueva, aunque no conozca las víctimas con nombre y apellido. Ser gobierno implica responsabilidades. No se puede argumentar “ignorancia” frente a lo que está pasando. Por omisión también se peca. Pero si fuera falta de información, para eso está la sociedad civil, para eso estamos nosotros, para hacer llegar a los que toman decisiones estos datos, para recordar, para exigir. Y si usted, que me lee, no forma parte del gobierno entonces no se quede esperando saber cuántos niños más mueren. Haga lo que esté ´a su alcance. Apoye iniciativas, de las muchas que hay, pequeñas unas y grandes otras. Apoye acciones que no resolverán el problema global pero contribuirán a mitigar los rigores de esta emergencia que unos no quieren ver. Luisa Pernalete https://parahacerlaspaces.blogspot.com/2018/02/sin-ninos-no-hay-patria.html

8 de febrero de 2018

29 de enero de 2018

Valeria Luiselli habla sobre su libro ‘Los niños perdidos’

Valeria Luiselli es una de las escritoras más destacadas de su generación (si es que en estos tiempos líquidos pueden identificarse “generaciones”). Ha sabido escalar con talento por los peldaños de un mundo —el literario— que es a la vez misógino y progresista. Su obra publicada es corta, pero posee una voz sólida y única. Sus libros Los ingrávidos(2011) y La historia de mis dientes (2014) fueron traducidos al inglés y han cosechado buenas críticas en el competido mercado editorial anglosajón. Como ensayista, Luiselli sabe poner la mirada en lo pequeño, en los detalles que la acelerada cotidianidad oculta en las ciudades, las casas y los cementerios. En este ámbito se encuentran Papeles falsos (2010) y su más reciente libro, Los niños perdidos (Sexto Piso), un ensayo a medio camino entre la crónica y el reportaje donde Luiselli da cuenta de la trágica historia de los niños migrantes en Estados Unidos. El libro tiene como punto de partida el cuestionario aplicado por la Corte Federal de Inmigración de Nueva York a los niños migrantes para determinar si serán deportados o no. Cuarenta preguntas bastan (y sobran) para una reflexión que oscila entre la vida íntima y la vida pública; la elegancia de la prosa recuerda a Everyday is for the thief del escritor nigeriano Teju Cole. EXPLORA NYTIMES.COM/ES El peor y el más tonto Las voces de los niños entrevistados también cuentan la historia actual de Estados Unidos. “Los niños que entrevisto pronuncian palabras reticentes, palabras llenas de desconfianza, palabras fruto del miedo soterrado y la humillación constante”, escribe Luiselli. Leído a la luz de la era de Trump, Los niños perdidos resulta fascinante. Como si esos niños hubiesen estado allí desde hace tiempo advirtiéndonos que “la tierra de los libres” no es ni postracial ni progresista sino una tierra salvaje, cruel y despiadadamente esperanzadora. Luiselli se propone darnos claves para entender y enfrentar el complejo fenómeno de los niños migrantes y sus consecuencias. En parte la estrategia del poder ha sido hacer invisibles estas tragedias comunes y constantes, normalizarlas. En su libro, la escritora se propone “registrar la mayor cantidad de historias individuales posibles. Escucharlas, una y otra vez. Escribirlas, una y otra vez”. Y agrega: “Porque no hay modo de estar al tanto de lo que ocurre en nuestra época, en nuestros países, y no hacer absolutamente nada al respecto. Porque no podemos permitir que se sigan normalizando el horror y la violencia”. Me reuní con Valeria una fría mañana de otoño en la Ciudad de México para platicar sobre su último libro, cuando los ecos de los resultados electorales en Estados Unidos todavía estaban presentes, sin excepción, en todas las conversaciones. Continue reading the main story Foto ¿Por qué escribir un ensayo sobre los niños migrantes? No es un libro que lo tuviera planeado. En esa época estaba escribiendo una novela en la que llevo un tiempo trabajando y había decidido no aceptar otros proyectos. Pero las cosas no siempre son como se planean. Mi propio estatus migratorio –que, como mi novela, se encontraba atorado— y el boom de noticias sobre el tema irremediablemente me hicieron entrar a este mundo como traductora voluntaria en la corte. Una nunca está preparada para oír esas historias. El texto comenzó como un ensayo que John Freeman, editor de Freeman’s, me convenció de escribir y terminó como este libro. ¿Qué historia cuentan los niños migrantes? Son auténticas historias de terror. Cada una es parte de una compleja constelación en la que las estadísticas no son suficientes. No solo hablan de una historia particular sino de un relato colectivo de grandes desplazamientos del sur a los nortes globales, la historia de la violencia del capital y de la desigualdad rampante en América Latina. De alguna manera el cuestionario, al ser al mismo tiempo frío y preciso, ayuda a registrar esas voces con mayor claridad. Las preguntas a los niños están enfocadas en su experiencia en Estados Unidos, pero las experiencias desde México o América Central deben ser devastadoras No podemos sino sentir vergüenza de lo que sucede en México. Nos hemos convertido en un infierno para millones de personas, un infierno cruento e inimaginable. Allí están las fosas comunes de todos esoscuerpos sin historia de los que nadie se hace cargo. En tu libro relatas un viaje al interior de Estados Unidos en el que los medios locales cuentan una historia distinta de la situación de los niños migrantes, en comparación con el enfoque de los grandes medios. Lea el articulo completo en la fuente: