Desde enero y hasta el 30 de marzo, según el Instituto de Convivencia y Seguridad Ciudadana, murieron en el país 4.527 personas. De ellas por lo menos la mitad tenía algún hijo o hija. La media nacional es de 3 hijos por persona, por lo que se cuenta en el país, sólo durante los primeros tres meses del año, 6.790 huérfanos y huérfanas de padre o madre.
La cuenta se extiende, y si se toman en cuenta los más de cien mil homicidios que se registraron en los últimos diez años, son más de 300 mil niños y niñas que no cuentan con una figura paterna.
El fundador del Instituto de Trabajo y Familia, Alcibíades Méndez, ven en la desintegración de la familia la célula multiplicadora de la violencia. Explica que un hijo huérfano, pequeño, que crece con rencor y sin ningún ejemplo de la integración familiar es más propenso a tomar las calles como refugio y encontrar en ellas la delincuencia.
Señala, desde el punto de vista más pesimista, que los niños y niñas que crecen en medio de la violencia (más de 70% de la población ha sido víctima del hampa) no tienen otro patrón que seguir, Entonces estaríamos hablando de los delincuentes del futuro.
(Versión Final, pp. 22, 10/05 – Juan José Faría)
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